En julio de 2024, en el marco de la celebración del día de las Cooperativas, el Ministerio de
Economía, Fomento y Turismo de Chile publicó una importante cifra: desde 2023 a 2024, el
número de cooperativas aumentó en un 10,8% alcanzando un total de 1.975. Pero ¿Qué
significa esto para Chile?
Las cooperativas son una de las formas organizativas claves de la Economía Social y
Solidaria (ESS), un enfoque que coloca el trabajo humano en el centro bajo los principios de
solidaridad, cooperación y justicia económica. En cada cooperativa, ya sea de trabajo,
servicio, agrícola, campesina, pesquera o de consumo, sus socios y socias poseen iguales
derechos y obligaciones, así como también la capacidad de participar en la toma decisiones
y la redistribución de los excedentes producidos.
La ESS nos invita a re-pensar el desarrollo, no solo desde la perspectiva convencional del
crecimiento ilimitado, sino que enfocándose en satisfacer necesidades y mejorar la calidad
de vida de las personas y comunidades. Su apuesta es por la democracia, autogestión y
reciprocidad en la medida que entrega un rol político y social a las personas para llevar a
cabo su actividad económica y, tal como señala la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe, no disocia el desarrollo productivo del desarrollo social.
Los distintos principios que promueve la ESS se vinculan estrechamente con el enfoque de
Desarrollo Regenerativo, el cual consiste en el proceso de cultivar la capacidad y la habilidad
de las personas, comunidades y sistemas naturales para renovarse, evolucionar y prosperar
hacia estados crecientes de vitalidad y salud. Se pueden regenerar praderas, bosques,
humedales y océanos, comunidades, ciudades, escuelas, familias, incluso empresas y
gobiernos.
Ambos enfoques se entrelazan en la economía, buscando promover procesos productivos
más justos, que sean capaces de entregar valor, incluyendo a las personas y comunidades y
su toma de decisión. La diferencia radica en que el Desarrollo Regenerativo amplía la
solidaridad y cooperación a las comunidades no humanas, enfatizando en cómo generar
procesos productivos en donde la naturaleza no sea degradada, sino revitalizada.
Desde Fundación Lepe, hemos observado cómo algunas cooperativas han integrado el
cuidado de los ecosistemas y la regeneración en sus prácticas. Un ejemplo es la
Cooperativa de Consumo Responsable La Manzana, en Valdivia, que no solo ofrece
alimentos sanos y locales, sino que también colabora con agricultores para fortalecer la
producción de cultivos sostenibles como porotos, garbanzos y lentejas en la región de Los
Ríos y Araucanía. Estos cultivos requieren menos agua y contribuyen a la regeneración del
suelo.
Otro caso es la Cooperativa Semilla Austral, que está conformada por 6 familias socias y 32
colaboradoras. Esta cooperativa se dedica a la conservación de semillas tradicionales,
libres de agrotóxicos y transgénicos, y preserva la biodiversidad alimentaria del país. Con el
apoyo del programa Fondo Común de Fundación Lepe, están fortaleciendo un Sistema
Participativo para garantizar la calidad de sus semillas agroecológicas.
Estos ejemplos demuestran cómo la ESS y el Desarrollo Regenerativo se entrelazan y que es
posible integrar lo social, político, ambiental, económico, espiritual y cultural en modelos de
desarrollo alternativos. Las experiencias locales y regionales de ESS son esenciales para
una comprensión más profunda del Desarrollo Regenerativo y darnos luces para enfrentar la
crisis climática y de biodiversidad que enfrentamos.
Por Antonia Madrid